Teniendo como equipaje, los artículos más básicos de limpieza personal, almendras, su música que le sirve de inspiración y cientos de limpiapipas, Luis Enrique Rico Cano llegó a Mazatlán oriundo de su natal Guanajuato.
El joven que así mismo se considera como artista urbano, ha desafiado a todos los protocolos y recomendaciones a nivel nacional por la pandemia del coronavirus, trasladándose de un punto a otro de 'mochilazo', ofreciendo su creatividad, ingenio y habilidad para crear las figuras más inimaginables a escala, para deleite de la gente, pero también para subsistir.
No recuerda a que edad surgió, pero sí que desde la niñez le atraían sobre manera las artes plásticas, aprendiendo de su propio padre, bajo el oficio de la herrería la dedicación a la actividad de crear con las manos.
Es así como en cuestión de minutos ha dado forma en cuestión de 10 minutos desde gallos con sus pezuñas y cresta, hasta alebrijes multicolores que con el aire mueven su lengua y alas, piezas que vende en 15 y hasta los 120 pesos.
Aunque reconoce que de extenderse los contagios por el COVID 19 en algún momento tendría que resguardarse, a Luis Enrique le gusta mantener el optimismo, protegerse en la medida de los posible y seguir andando buscando llevar a todos los rincones parte de su talento y su forma de vida.
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