La precoz hija de Amyr Klink planea cruzar el Atlántico sola en un velero


Amyr Klink se convirtió en 1984 en el primer navegante en el mundo en hacer la travesía del Atlántico en solitario en un barco a remo.
La precoz hija de Amyr Klink planea cruzar el Atlántico sola en un velero

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jueves, 22 de octubre de 2020 14:39

Atravesar el Mar del Norte entre Noruega y Francia en solitario en un pequeño velero sería toda una hazaña para cualquier chica de 23 años, pero no para Tamara Klink, que comienza a seguirle los pasos a su padre, el navegante brasileño Amyr Klink, famoso por sus aventuras mundiales en remeros y veleros.

Tamara, que ya acompañó a su padre en siete viajes a la Antártida y en una vuelta al mundo en velero, realizó por el Mar del Norte, en cerca de 30 días en septiembre pasado, la que fue su primera navegación en solitario, y ya planea nuevos retos sola, como su primera travesía al Atlántico.

"Uno siempre quiere navegar un poco más, ir un poco más lejos, ir a lugares que uno no conoce y espero atravesar el Atlántico en breve", aseguró en entrevista con Efe la brasileña que el año pasado dejó a su familia en la ciudad costera de Paraty para establecerse en Nantes y estudiar Arquitectura Naval en una de las principales escuelas mundiales de construcción naval.

"Tal vez intente la travesía del Atlántico en el Sardinha o tal vez en otro barco. Aún no lo sé. Porque también pretendo construir barcos para eso", agregó en referencia al nombre con que bautizó el velero de su primer viaje sola.

El Sardinha (La Sardina) es un viejo velero de 9 metros de eslora que compró con un préstamo en Noruega y que adaptó completamente, gracias a los conocimientos adquiridos en familia y en la universidad para su aventura.

Tamara no descarta también un viaje a la Antártida, como los que hicieron famoso a su padre, pero después de tener más experiencia.

La estudiante relató que desde pequeña le fascinan las navegaciones en solitario, tal vez por las historias que escuchó de su padre y de su madre, la también regatista Marina Bandeira, y que iniciar su propia trayectoria siempre fue su sueño.

"Navegar sola es algo para lo que me vengo preparando hace tiempo. Es una etapa de mi aprendizaje y solo puedo aprender si navego sola", dijo, con gran madurez, la estudiante que, junto a su hermana gemela Laura y sus padres, realizó viajes inusitados y que venía perfeccionándose como tripulante de diversos navíos.

"Yo sabía que en algún momento eso iba a ocurrir pero tal vez no imaginaba que eso fuera a ocurrir ahora, este año. La idea de hacerlo surgió ahora porque encontré las personas dispuestas a ayudarme e estimularme", dijo al referirse a un amigo que conoció por internet, que la invitó a viajar a Noruega, que la incentivó a regresar sola a Francia y que la ayudó a comprar y reformar la embarcación.

Tamara solo informó a sus padres del proyecto un día antes de zarpar. "No les conté porque los padres son padres y obvio que se preocupan. Ellos tienen sus miedos y sus dudas y aquí en donde yo estoy no podían hacer nada para impedirme ver los peligros que estaba dispuesta a vivir. Esperé el momento en que ya tenía bastante seguridad de lo que iba a hacer para contarles, para que ellos pudieran quedarse tranquilos incluso estando lejos", dijo.

La estudiante admite que muchos le preguntan si quiere seguir los pasos de su padre, pero aclara que lo que ella quiere es seguir sus propios pasos y sus propias experiencias, como él mismo le enseñó.

"Lógico que mi padre es mi gran inspiración. Con seguridad fue el que me permitió soñar con esto. Si no fuese por él, tal vez no sabría lo que es navegar, lo que es estar en alta mar... entonces yo digo que también le debo a él mis sueños", aseguró.

"Pero no sé si hay pasos preparados para ser seguidos. Creo que en el caso de mi padre es un poco lo contrario porque él hizo cosas absurdas pero que fueron parte del contexto en el que estaba. Y mi contexto es otro y por eso voy a tener que aprender a encontrar mis propios caminos y dar mis propios pasos", agregó.


UN ASUNTO DE FAMILIA

Amyr Klink se convirtió en 1984 en el primer navegante en el mundo en hacer la travesía del Atlántico en solitario en un barco a remo. En 1989 hizo su primer viaje a la Antártida en un velero que él mismo construyó y, tras permanecer un año circundando el continente blanco, siguió rumbo al Ártico.

En 1999 dio su primera vuelta al mundo en solitario en un velero en 88 días y cinco años después repitió la hazaña en 76 días pero acompañado. Sus viajes los relató en siete libros.

Para Tamara, su pasión por navegar no es algo genético sino fruto de su ambiente familiar.

"Creo que cuando uno está en un contexto en el que las personas con las que uno crece son apasionadas por lo que ellas hacen, uno termina de cierta forma inspirándose en eso, dejándose tocar por eso y siendo alimentado con esas pasiones también. Yo crecí en una familia de personas apasionadas por navegar y tal vez eso y las historias que escuchaba es lo que más me inspira", dijo.

"No sé si eso viene en la sangre, pero creo que no, porque hoy en las redes sociales percibo que hay mucha gente que, pese a no tener mi misma sangre, comienza también a interesarse por estos asuntos que me mueven y comienzan también a soñar con navegar o con gustar del mar", afirmó la dueña de un canal en Youtube con casi 20.000 seguidores y una cuenta en Instagram con otros 19.000.

Su primer viaje fue relatado diariamente en ambas cuentas.

Sobre su primera aventura afirmó que lo más difícil fue tener que tomar decisiones sola, sin tener que dividir las dudas con nadie, y citó como ejemplo su decisión de permanecer casi dos semanas en Thyboron, un pequeño poblado de Dinamarca, esperando a que una tormenta pasara y que se abriera una ventana para zarpar.

Sobre los mejores momentos, en cambio, citó las llegadas. "Llegar sola a puerto es maravilloso porque demuestra que uno es capaz de cosas que ni se imaginaba". 

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