Ubicado a 33 kilómetros de Mazatlán, se encuentra La Noria, un pintoresco poblado que entre sus calles y viejas casonas alberga una tradición de casi un siglo de antigüedad: la talabartería. Esto es el arte de trabajar diversos artículos de cuero o guarniciones para caballería.
En Sinaloa, La Noria fue de los sitios más importantes donde se desarrolló esta actividad, según sus pobladores ahí nació gracias a la iniciativa de Don Alejo Salas, quien fundó la primera talabartería.
Actualmente más que ser un negocio es toda una tradición familiar, señala Juan Antonio Salas, hijo del precursor de la talabartería quien no solo heredó su talento, también el amor a este arte.
El oficio de la talabartería, fue la principal actividad económica del poblado y a pesar de que actualmente la producción ha disminuido, se resiste a desaparecer.
Roberto Morán Osuna, talabartero con casi 40 años de experiencia comentó que han sido los mismos clientes quienes los ayudan a innovar y cada día crear más objetos a base de vaqueta produciendo actualmente huaraches, cintos, sillas de montar, bolsas, carrilleras de tequila y demás artesanías.
Mario Octavio Salas, talabartero de La Noria, aseguró que el producto que “no pasa de moda”, sin duda son los huaraches de correa característicos por su durabilidad; este tipo de calzado generalmente es asociado con la vida de campo, aunque también hay estilos casuales e incluso personalizados, con grabados y hasta nombres.
Los talabarteros expresaron que aunque los trabajos en piel son poco conocidos, todavía se conservan, e incluso se han vuelto tradición con un enorme potencial turístico.
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