El recuerdo añejo de aquel dos de octubre, cumplió 50 años, para los menos la herida no sanará, para otros la muerte llegó y para las muchos la historia jamás se contó, por lo tanto no existió. El grito aquel que hizo eco en las paredes de un México que poco a poco caminó a la supuesta modernidad, durante años, “Dos de octubre no se olivida”, pareciera no trascender en el recuerdo colectivo de un país, pero si en su ADN La Mantaza de Tlalelolco, cambió a los mexicanos.
México, en definitivo ya no fue el mismo después del 2 de octubre, el país tuvo que caminar hacia una democracia, que inacabada y ámbitos polarizada transcurre hacia cambios importantes, pero que aun en la modernidad, padece de los mismos errores, los errores de hace 50 años.
La cifra oficial aquel 2 de octubre sumó solo 26 muertos y mil trecientos detenidos, la realidad se contó a parte... quienes estuvieron en el lugar inisistieron en contar a sus muertos por miles.
Los cuestionamientos siguen vigentes, quienes no estuvimos ahí en la plaza de las tres culturas, hemos contado nuestros muertos en grupos de 43 de Ayotzinapa, hemos contado nuestros muertos en miles por el narcotráfico, hemos contado a nuestros desparecidos por cientos, hemos contados los errores que se repitieron tras aquel octubre del 68.
Dos de octubre no se olvida, dos de octubre se transmite de generación a generación, a pesar del olvido de quienes se avergüenzan de la fecha.
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