Un carnaval de sangre y de balas


La edición de 1944 de la máxima fiesta porteña vivió uno de sus episodios más traumáticos
Un carnaval de sangre y de balas

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miércoles, 31 de enero de 2018 11:55

Los carnavales más notables en la historia de Mazatlán son aquellos donde ocurrió algo anormal, fuera de lo común, y sin lugar a dudas, la edición de 1944 reunió los eventos más extraordinarios en 119 años de la máxima fiesta porteña.

Aquella celebración se tiñó de sangre, pues en pleno festejo, fue asesinado el entonces Gobernador de Sinaloa, así como se vio nacer al primer sicario en la historia del narcotráfico mexicano. 



Era el 21 de febrero de 1944. El Gobernador del Estado, el coronel Rodolfo T. Loaiza, se encontraba en el Patio Andaluz del Hotel Belmar celebrando la máxima fiesta del puerto junto a las reina de los juegos florales de aquella edición, Carmina de Rueda, así como junto a políticos, periodistas, y demás personalidades de Mazatlán.



El reloj marcaba casi las dos de la mañana y los ánimos se encontraban a tope. Una orquesta se encontraba en el lugar entonando piezas musicales y el frenesí no cedía. El “Chato” Duarte, periodista que se encontraba en medio de la algarabía del salón Andaluz, más tarde publicaría en el Diario Cronos su versión sobre el siniestro que estaba a punto de ocurrir. Aquí se reproduce un fragmento: 

“Una dama de las que asistían al baile del Patio Andaluz [del hotel Belmar] suplicó al Señor Gobernador que ordenara que la orquesta tocara “El coyote” para que la señorita Carmina de Rueda, reina de los juegos florales, bailara con un joven el zapateado; el Coronel me ordenó que suplicara a los músicos ejecutaran dicha pieza. En un estrecho corredor me topé con un individuo del que sólo recuerdo que vestía con traje gris; al encontrarme se llevó la mano a la frente con despreocupación, exclamando al mismo tiempo: “Ah, qué la chingada”. Segundos después, escuché apagadas detonaciones en el salón de baile. Apresurando el paso regresé adonde se encontraba el jefe, a quien vi, con profunda consternación, cómo lentamente se iba inclinando sobre la silla en que descansaba hasta caer pesadamente sobre el costado izquierdo, quedando en el pavimento ligeramente encogido. Las declamadoras Carbaloza, con quienes el Gobernador departía alegremente, sufrieron un ataque terrible de nervios. Oí después cómo las damas y caballeros gritaban atemorizados “Fue el Gitano”. El reloj Elgin del señor Gobernador se destrozó, marcando las manecillas diez minutos para las dos de la mañana”.

Rodolfo Valdez, mejor conocido como “El Gitano”, había nacido en Aguacaliente. Es recordado por su imagen imponente, un físico fuerte y ágil, así como por su predisposición por la violencia y las balas.                                                            

                                                        

El Gitano era ya conocido en varias partes de Sinaloa por prestar sus servicios como gatillero. Los terratenientes de la región, inconformes con la reforma agraria que se desprendió de la Revolución Mexicanana, y que los obligaba a repartir sus latifundios con los demás campesinos, acudían al Gitano para impartir justicia por mano propia. 

Se dice que Rodolfo Valdez, durante toda su trayectoria, atentó contra al menos 50 agraristas. Entre ellos a José Esperaza, mejor conocido como “El Tarzán”, uno de los dirigentes campesinos más carismáticos y queridos de la época.

Cuando Rodolfo T. Loaiza, primer gobernador independiente en la historia del País y ahijado político del General Lázaro Cárdenas, intentó poner en marcha los designios agrarios de su padrino, fue cuando se topó con la muerte a manos de las primeras bandas criminales de Sinaloa, quienes encontraban en El Gitano a su mejor gavilla.

El Coronel Loaiza ya había prestado sus servicios para el Estado como diputado federal, local y senador, y tras una fuerte contienda política por la gubernatura con el ingeniero Guillermo Liera Berrelleza, de todos los plácemes del General Ávila Camacho, entonces presidente de la República, logró quedarse con la silla mayor de Sinaloa.

        

Loaiza fue uno de los grandes impulsores del Carnaval de Mazatlán durante la época; y es que, en buena medida, por su personalidad no podía evitarlo. Se dice que era una persona alegre, fiestera, que gustaba de la farándula, de la bebida y de las mujeres. Todos estos ingredientes que ofrece la fiesta máxima del puerto. 

Curiosamente, el entonces gobernador fue uno de los principales impulsores del uso de máscaras durante la fiesta. Este anonimato, fue a la postre de lo que se valió el Gitano para consumar el crimen y poder darse a la fuga.

No obstante, Rodolfo Valdez sería capturado por la justicia y condenado a 25 años y 8 meses de cárcel, en una prisión militar instalada en el Cerro del Vigía de Mazatlán. Al poco tiempo, El Gitano escaparía del lugar y seguiría deambulando por todo el Estado, perpetrando crímenes, encontrando asilo en hogares sinaloenses que lo respetaban y admiraban, y continuaría alimentando su leyenda.

                                                

La madrugada del 21 de febrero de 1944 significó para el Carnaval de Mazatlán la consumación de varios hechos históricos. El primer gobernador independiente de la historia política del País, mucho antes de la elección de Jaime Rodríguez “El Bronco” en Nuevo León, en el 2015, murió a manos del primer sicario documentado en la historia del narcotráfico mexicano.

Durante aquellos festejos, Mazatlán reuniría dos características que, hasta la fecha, continúan definiéndolo: la algarabía por la fiesta y la presencia del crimen organizado. 


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