Lo apodan “El Abuelito del Acuario” o simplemente “El Buzo”, y desde hace 37 años que colabora en este centro de ciencias y espectáculos marinos, ha mostrado una predisposición especial por los caballitos de mar.
Se trata de Víctor Manuel Flores, quien ha formado parte de la familia de Acuario Mazatlán prácticamente desde su fundación a principios de los 80s y hoy, a sus 70 años, muestra la misma pasión y respeto por la vida marina que manifestaba durante su juventud, cuando era un pescador.
A pesar de que se encuentra jubilado desde el 2003, Víctor comenta que se mantiene en activo. Menciona que cuando es necesario capturar nuevas especies en mar abierto, por su basta experiencia, Acuario Mazatlán lo asigna a dichas labores, a las cuales, él accede gustoso.
Sin embargo, hay una actividad en especial que le apasiona: la crianza de caballitos de mar. El Buzo comenta que en una ocasión, mientras se encontraba en la profunidad del océano, observó cómo las crías recién alumbradas de un hipocampo eran devoradas por la fauna de alrededor.
La anécdota se remonta a 20 años atrás y desde entonces, El Abuelo se ha dedicado a la crianza en cautiverio de caballitos de mar, para liberarlos a la intemperie una vez que se pueden defender de su entorno.
Este programa de cuidado lo ha llevado a ser reconocido en el más reciente Congreso de la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México, celebrado en Guadalajara, donde, entre 70 ponencias de biólogos, doctores y científicos, su programa de reproducción fue escogido como el mejor por el jurado calificador; esto sin contar con algún tipo de preparación académica.
Víctor explica que los caballitos de mar se cortejan durante una semana, para después pasar al apareamiento y el periodo de gestación dura entre tres y cuatro semanas. Este organismo es el único en toda la tierra donde el macho es quien da luz a las crías.
Actualmente sus especies se encuentra en peligro de extinción, pues se capturan ya sea para ornamenta o consumo, pues son considerados afrodisiacos. En su lugar, el Abuelito del Acuario invita a conservarlos e inclusive a presumirlos, como se da en el malecón de Puerto Vallarta, ejemplifica, donde desde la década de los 70s se levantó la estatua de un caballito de mar de más de tres metros, siendo cabalgado hacia el horizonte por un niño.
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