Él se encontraba en uno de los campamentos del Monte Everest, rodeado de alpinistas y sherpas a 6 mil 100 metros de altura, cuando el suelo se sacudió y después… una nube blanca se dejó venir cuál relámpago hacia él. Sólo alcanzó a advertir a algunos de sus compañeros y dar unos cuantos pasos cuando la avalancha lo cubrió completamente de nieve.
El 25 de abril de 2015 Orlando Castro sobrevivió al terremoto de magnitud 7.8 que sacudió a Nepal, y aún después de éste traumático suceso pudo alcanzar su sueño de llegar a “la cima del mundo”.
Desde entonces, Castro se ha dedicado al deporte y a dar conferencias de motivación personal inspirado en su experiencia, pero no siempre fue así. De hecho, su meta de subir el Everest surgió en uno de los peores momentos de su vida: cuando fue secuestrado durante tres semanas en el 2012.
“Mis logros se los he dedicado a los jóvenes, porque los secuestradores eran jóvenes y me di cuenta que les falta un ejemplo a seguir, una guía en la vida. De ahí surgió la idea de llegar a la cima para demostrar que uno puede lograr todo lo que se proponga en la vida”, dijo Castro, de Cubiri de Portela, en Sinaloa.
“Pensé que al dedicarles la cumbre se podían inspirar para ellos también hacer grandes cosas en la vida en lugar de tomar un mal camino”.

Después esa experiencia decidió iniciar en el alpinismo y con tan sólo cuatro meses de entrenamiento no sólo logró subir el volcán Pico de Orizaba, que tiene una altura de 5 mil 636 metros, sino que estableció un récord al lograr un triple ascenso por primera vez en la historia.

Ese mismo año renunció a su trabajo como director comercial en una empresa en Nuevo León y estaba listo para subir el Everest, pero la tragedia llegó de nuevo a su vida al morir en un accidente su hermano con su esposa de 8 meses de embarazo, así como su otra cuñada y su sobrina.
“Fue muy difícil: el secuestro, el accidente, el terremoto, pero hemos aprendido que en la vida hay riesgos y hay que afrontarlos por más difíciles que sean”, expresó Castro, ahora de 37 años, vía electrónica desde Monterrey.
Debido a lo frágil que se encontraba su familia pospuso el viaje y retomó su empleo.
Un año después se dispuso a buscar patrocinios tanto del gobierno como privados y finalmente, en el 2015 viajó a Nepal para subir la montaña.
Castro se encontraba en una de las zonas donde ocurrieron mayores daños debido al temblor, había unas mil personas en dicho campamento, de las cuales cientos salieron heridas y se estima que murieron unas 20.
“En ese momento sentí una presión en mi pecho y entré en un estado de shock, pánico y miedo. Lo primero que pensé fue en mi madre, en el dolor que sentiría al perder otro hijo y me pasó como dicen la película de mi vida en fracciones de segundo”, comentó el alpinista.
Al darse cuenta que había sobrevivido y que sus lesiones eran menores, sintió que se le había dado esa oportunidad para hacer algo grande con su vida y entre gritos de dolor decidió quedarse tres semanas a realizar labores de rescate y llevar víveres a otros campamentos.
Ahí fue como tuvo que enfrentarse a lo que considera uno de los momentos más perturbadores de su vida: una de sus labores fue quemar cuerpos para evitar epidemias.
“La realidad es que me preparé físicamente para el Everest, pero jamás imaginé que todo eso me pasaría. Tuve pesadillas por meses y pasé muchas noches sin dormir”, confesó Castro.
Ahora, a finales de julio viajará a Francia, Rusia y Argentina, donde escalará el Monte Blanco de 4 mil 810 metros, el Monte Elbrus de 5 mil 642 metros, y Aconcagua de 6 mil 962 metros, respectivamente.
Todo esto como parte de su entrenamiento para subir el Everest en la próxima temporada de expediciones en marzo del 2018.
“Yo dije que estaría en la cima del mundo y así será, no descansaré hasta lograrlo”, dijo el sinaloense. “Es algo que tengo que hacer por mí, por mi familia y por mi país”.
Para el deportista el Everest es un ciclo que debe cerrar para poder continuar con nuevos retos, entre ellos caminar la Gran Muralla China, atravesar el desierto del Sahara y cruzar el Canal de la Mancha. Así que esta historia es sólo el comienzo.
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