Asegura que la Virgen de Guadalupe salvó su vida y la de sus cuatro hermanos

Su vida nunca ha sido la misma desde aquel memorable mes de agosto de 1978, cuando en compañía de sus cinco hermanos y de su tía, volaban en un avión comercial de La Paz, Baja California a Ciudad Obregón. En medio de la nada y teniendo como única imagen las aguas profundas del Golfo de California, una de las turbinas del avión en el que viajaban comenzó a incendiarse. Ahí en medio del pánico, los pensamientos de Arturo Valenzuela Montoya fueron elevados a plegarias, dirigidas a la Morenita, la Virgen de Guadalupe. En un acto de rebeldía, el piloto decidió algo inesperado, devolverse, no sin antes decir algo que quedó de manera imborrable en la mente de quienes viajaban aquel día: Tengan fé y recen a la Virgen de Guadalupe. Para su madre, doña Norma Montoya de Valenzuela, quien diariamente pone su vida y la de su familia en manos de la Morenita, no le queda duda: Fue la Virgen de Morena la artífice del salvamento de cinco de sus doce hijos, quienes viajaban aquel dramático día, al orientar al piloto a hacer lo correcto. A raíz de esa experiencia la vida de Arturo, quien trae arraigada desde su infancia la devoción hacia la Virgen del Tepeyac cambió, y no solo la de él, sino la de la mayoría quienes viajaban en aquel vuelo comercial, quienes adquirieron un compromiso, el de velar a la virgen, cuestión que han cumplido. Tras ser recibidos por su madre, la señora Norma Montoya de Valenzuela, juntos, los cinco hermanos acudieron a la Capilla de Guadalupe a agradecer por el milagro con la promesa de velarla en su día, tal como lo han hecho, desde hace 35 años. En la colonia Valle Dorado, en la casa de sus padres, cada 11 de diciembre el cuadro con la Virgen de Guadalupe, regalo de bodas de su esposo desde hace 60 años, es testigo del evento que reúne a su familia; día en el que recuerdan aquel día, cuando el milagro y la intervención de la Morenita, se hizo presente.